jueves, 9 de abril de 2009

Mortal y rosa

Mortal y rosa - Francisco Umbral Este blog cumple exactamente hoy un año de vida. Por ello he decidido, por esta vez, no hablar yo sino dejar que hable un libro. Un libro dolorosamente hermoso. Un libro sentido, extraído de la carne misma de su autor. Un libro lleno de imágenes cautivantes, expresionistas, sorprendentemente precisas y plásticas. Y sin embargo, es el libro de un padre que perdió a su hijo. Su hijo de apenas cinco años. Ese al que oía crecer entre el estrépito insensato de la ciudad y el mundo. Es una novela, pero sin capítulos, una novela lírica, sólo con algunos hilos conductores que se repiten y retuercen sobre sí mismos, fieles a la escritura helicoidal de su autor. Es un poema en prosa, mejor. O, más todavía, es un largo poema que inadvertidamente se volvió diario íntimo y novela deshecha. Es, además, uno de los libros menos conocidos y celebrados de su autor. Es Mortal y rosa, de Francisco Umbral, el primer autor con el que se inauguró, hace ya un año, Fauna Abisal.

Helo aquí, en algunos (pocos, ¡ay!) de sus delicados y morosos fragmentos:

“La carne no se deja literaturizar. A veces, si la cogemos distraída, es transparente y permite ver el hueso y la nada. Pero si hacemos esto con premeditación y miramos de reojo nuestra carne o la de otro hombre o mujer, se cierran filas, se armoniza la figura, se espesan los colores. La vida es opaca para la muerte. Gracias a eso vivimos.”

“La mujer quiere un poco de selva. La desnudez es la selva que llevamos aún en nosotros. La carne es el último paraíso perdido e imposible. Tiene que haber naturaleza en el cuerpo, boscosidad, porque el sexo es, ante todo, una recuperación de los orígenes, y esos cuerpos desnaturalizados por un exceso de cuidado y artificio han borrado de sí la selva. Ya no son nada.”

“Toda situación entre hombre y mujer es siempre tensa y falsa porque hay un tercero entre ellos, un antropoide que va y viene, se impacienta e interrumpe de vez en cuando: ‘Bueno, empezamos o qué’.”

“La primera niñez, la época que perdemos de nuestra vida, de la que nunca sabemos nada, sólo se recupera con el hijo, con él vuelve a vivirse. Gracias al hijo podemos asistir a nuestra propia infancia, a nuestro propio nacimiento, y yo miraba aquellos ojos cerrados, aquel llanto rosáceo, y me veía a mí mismo, por fin, en el revés del tiempo. El niño, su debilísimo denuedo, su crueldad rosa, fe total en la vida, sin pasado ni futuro, presente completo, y cómo se ha ido abriendo paso a través del idioma, cómo ha ido abriendo frondas, formando palabras, y llega ya hasta mí, venido de la manigua que nos separaba, del bosque de los nombres y las letras, y está ya de este lado, habitante del alfabeto.

Nunca llevamos a un niño de la mano. Siempre nos lleva él a nosotros, nos trae.”

“Nunca aprenderemos que la vida es sexo, que el sexo no es una moneda, que no se trata de una contraprestación, sino de dejar que los manantiales del ser corran libres y coloreen el mundo.”

“Hilvano el mundo con los ojos.”

“Los ojos pastan en el libro y a veces, al cerrar el libro, los ojos se quedan dentro, como hojas frescas, y ando ciego por la vida, sin ojos, sin ver el mundo, porque los ojos siguen mirando lo que han leído, se han enterrado en letra impresa.”

“Niño mío, hijo, fruta fugaz, manzana en el mar, siempre lo he dicho, milagro instantáneo, doblemente imposible, estoy aquí, en el desorden de tu ausencia, entre los colores, animales, objetos, hierros, ruedas y seres de tu mundo, tan muertos sin ti, juguetes de un sol solo que apenas los roza, y me mira tu ausencia desde todas las paredes, encarnas en fotografías cuando halago el tacto de la nada. No estás.”

“Antes, cuando era un escritor joven y responsable, quería describir minuciosamente las situaciones, los lugares. Luego comprende uno que basta con dar un olor o un color. Al lector le basta. Al lector le sirve esto mucho más. Dice Baroja de una calle que era larga y olía a pan. Ya está. Un largo olor a pan. Para qué más.

El arte descriptivo, minucioso, es pueril y pesado. El arte expresivo, expresionista, aisla rasgos y gana, no sólo en economía sino en eficacia, porque arte es reducir las cosas a uno sólo de sus rasgos, enriquecer el universo empobreciéndole, quitarle precisión para otorgarle sugerencia.”

“Los que sufrimos la alucinación constante de la realidad no necesitamos alucinógenos.”

“Y escribo, cada mañana, me siento a la máquina, dejo que fluidos oscuros, luminosidades de la noche asciendan a mí, y todo el torrente del idioma pasa a través de algo, de alguien, porque escribir es una cosa pasiva, receptiva, contra lo que se cree, así como leer es algo activo, creativo, voluntarista.”

“Quizá la literatura sea eso. Desaparecer en la escritura y reaparecer, gloriosamente, al ser leído. Por eso no hay que hacer demasiado evidente el esfuerzo del pensamiento al escribir. Para no entorpecer la resurrección de la carne que glorifica al autor cuando es leído.”

“Hay un hombre que ha querido hacerse su verdad y comunicárnosla. Hay un hombre que necesita afirmarse modificando el mundo, que necesita explicarse el mundo para explicarse a sí mismo. Hay un hombre que vive y muere en su libro, naufraga en el propio mar que él ha creado.”

“Meter la vida en un libro, tomarle medidas al tiempo. Esto es escribir. Darle unas dimensiones convencionales a la existencia. Se manipula el tiempo a efectos artísticos y se reina así, falsamente, secretamente, sobre la propia vida. El tiempo corre cuando se le deja libre. Hay que cazarlo en la ratonera –ratón, el tiempo- de un libro, de un proyecto, de un viaje.”

“El niño es la creación sin angustia.”

“Gracias a la literatura he podido mantenerme al margen de los mercados del hombre, e incluso cuando más de cerca parece que toco el mundo con mi prosa, estoy salvado y lejano en el mero arte de escribir, en el mundo cerrado que es la literatura.”

“De la dicha sólo tenemos el recuerdo: nunca hemos tenido la experiencia.”

“La cultura es una domesticación.”

“Abril, espuma verde bajo los pies breves de mi hijo, cadera femenina del mundo, costado pálido, idioma salvaje de la lluvia, lenguaje de todas las primaveras, caligrafía torrencial que deja dicho en el aire el secreto simple del universo.”

“El mar es la tierra firme de los niños.”

“El mar nunca defrauda.”

“Tu muerte, hijo, no ha ensombrecido el mundo. Ha sido un apagarse de luz en la luz. Y nosotros aquí, ensordecidos de tragedia, heridos de blancura, mortalmente vivos, diciéndote.”

“(…) tengo que resignarme a hacer literatura en mi diario íntimo, y a que vaya resultando un poco el poema en prosa de unos graves meses de mi vida, o la novela de un mal novelista.”

“Toda la locuacidad del mundo me habla en tu silencio. Todo el silencio del mundo habla eternamente en tu adorable locuacidad.”

Analía Pinto

Addenda: Este libro ha sido el único libro de mi biblioteca, hasta el momento, que atravesó todo un océano para llegar hasta ella. Desde que conocí a Francisco Umbral, hace ya muchos años, que siempre me fui topando con sus libros en las librerías de usados de Corrientes, pero nunca, jamás, aparecía este libro, el más sagrado, el más íntimo, el más revelador. Y así, hasta que se me ocurrió pedírselo a mis primos que viven en España y en enero del 2004, por fin, llegó hasta mí. Fue una espera que valió la pena.

4 comentarios:

Anónimo dijo...

gracias por este descubrimiento (para mi)

este tipo me identifica

Nanim Rekacz dijo...

Gracias. Las palabras se fundieron en mis latidos, en mi respiración, en las circunvalaciones de mi pensamiento.

maite dijo...

una palabra : bello

bibliotecaria dijo...

Excelente tu blog. Te invito a que visites los míos, los puedes ver en mi perfil. Saludos