jueves, 14 de agosto de 2008

Fanfán o el verdadero amor cortés

Fanfán - Alexandre Jardin Cuando pienso cómo me gustaría ser cortejada por un hombre, siempre recuerdo esta novela. Si bien no pretendo que ese hipotético enamorado llegue a los extremos que llega su protagonista, me gustaría que al menos tuviera ese sentido de lo que realmente significa cortejar a una dama: no sólo desearla con locura sino estar dispuesto a todo, a cualquier cosa, a lo más sublime, a lo más ridículo, a lo que sea, por ella.

Se me dirá que exagero, que fabulo, que una vez más me dejo llevar por mi romanticismo tan propio del siglo XIX y tan impropio de esta era desamorada que nos envuelve con sus brumas y sus tinieblas. Es posible. En cualquier caso, la novela de la que quiero hablarles fue escrita hacia 1990 y transcurre en el siglo XX: no es un folletín decimonónico aunque merecería serlo. Y creo que nunca insistiré lo suficiente con esto, así que lo haré una vez más: cualquiera que pretenda ser un buen escritor, más aún, un buen narrador, hará muy bien en evitar las basuras veloces que hoy pasan por "literatura" y hará todavía mejor en zambullirse, sin reparo alguno, en la narrativa del siglo XIX, especialmente la francesa. Nunca se arrepentirá de una aventura como esa.

Y hablando de literatura francesa, Fanfán (Buenos Aires, Planeta, 1991; traducción de Mireia Bofill), la novela que nos ocupa, fue escrita por un autor francés del que nada sé, excepto la escueta información de la solapa: Alexandre Jardin publicó su primera novela, Bille en tête en 1986, con la que obtuvo el Premio a la Primera Novela; la segunda, Le Zébre, en 1988, ganó el Premio Fémina; la tercera es la que nos ocupa, de 1990, año en el que fue un best-seller en el mercado francés. Una rápida visita a la Wikipedia me informa que además de escritor es cineasta, que tanto Le Zébre como Fanfán fueron llevadas al cine y que ha publicado otras novelas posteriormente, entre ellas Le Roman des Jardin (2005), evidentemente una novela autobiográfica (y de algún modo, Fanfán también lo es), y una serie de libros de para niños, titulada Les Coloriés. También fue cronista de Le Figaro. Por lo que veo también, ha sido escasamente traducido a nuestro idioma. Una verdadera lástima.

Yendo concretamente a Fanfán, su argumento podría resumirse como sigue: chico escritor con novia normal conoce a chica desprejuiciada y salvaje y se enamora loca y perdidamente. Ahondando un poco más, vemos que ese chico escritor tiene unos padres que le dan un poco de vergüencita: ambos son declarados adúlteros y conviven con sus historias paralelas, amantes, amigos y vaya uno a saber qué más sin demasiados problemas. Todos los fines de semana estos padres disipados se reúnen con toda su cohorte de amores en Verdelot, una abadía de las afueras de París. Alexandre Crusoe, su hijo, el protagonista de la novela, decidido a ir en contra del disoluto estilo de vida de sus padres, cansado de esos fines de semana que durante años fueron la envidia de sus compañeros de colegio, procura mantenerse casto y se pone de novio con una chica muy formal. Su vida es asimismo tranquila, normal y ordenada... hasta que conoce a Fanfán. Entonces, todo cambia.

La novela está relatada en primera persona y su tono confesional, irónico y tierno a la vez, le da un mayor énfasis a la empresa que se propone Alexandre una vez que Fanfán ha irrumpido en su vida: la amará y cortejará siempre, pero sin tocarla jamás. Hará lo que sea, menos ceder a los impulsos de la carne. Se casará con su novia Laure, vivirá como cualquier burgués, pero nunca permitirá que la rutina y la costumbre arruinen tan perfecto amor.

La maestría de Jardin como narrador consiste en dar a entender todo el tiempo que, pese a los buenos deseos de Alexandre, el demonio meridiano de la carne lo hará trastabillar en cualquier momento. Dicha maestría se revela también en el pasaje más celebrado de la novela, cuando en el colmo de su pasión y de su deseo de no mancillar un amor que de otro modo se arruinará como una delicada flor expuesta a los elementos, Alexandre pasa toda una noche debajo de la cama de Fanfán, para tener de ese modo la gracia de haber dormido con ella sin osar siquiera rozarla con su respiración. Tal acto de ridiculez, insensatez y locura amorosa está narrado de modo tal que uno, como lector, no sólo lo cree posible sino que se siente debajo de la cama de la bella, rodeado por el polvillo, aguantándose las ganas de ir al baño, la respiración y el más urgente de los deseos.

La novela es también un maravilloso ejercicio de coherencia narrativa y de cohesión argumental. Ningún cabo queda suelto, ningún hilo de la historia se deja sin cerrar y todos los personajes tienen el final que se merecen (no osaré contar cómo termina, ni si Alexandre resistió o no sin tocar a Fanfán), el que sus propias historias fueron desarrollando de la mano de Jardin. Es de esas novelas que producen no sólo gran placer al ser leídas sino también gran admiración, en tanto se advierte de inmediato la mano de un narrador diestro, un narrador con oficio, alguien que sabe lo que quiere contar y que lo hace con la autoridad narrativa suficiente como para convencernos desde la primera palabra de ello.

Y a propósito, me gustaría compartir con uds. no sólo el comienzo sino varios párrafos, jugosos e interesantes, de la novela, con la esperanza de revelarles a un verdadero autor abisal, al menos en estas costas rioplatenses:

"Desde que tengo edad de amar, sueño con hacerle la corte a una mujer sin jamás ceder a las llamadas de mis sentidos. Cuánto habré deseado encontrar una joven virtuosa que me adorase y me obligase a contener mi pasión a la vez. Mas, ¡ay!, las mujeres de este siglo han olvidado el arte de hacer esperar los deseos."

¿Quién no seguiría leyendo envalentonado ante semejante comienzo? Más adelante, Alexandre declara:

"Ansiaba desesperadamente creer en la eternidad de los movimientos del corazón, en el triunfo del amor sobre los embates del tiempo."

¿Y no es eso lo que desea cualquier amante? me pregunto yo ahora. Cuando conoce a Fanfan, Alexandre dice:

"Por fin me había cruzado con uno de esos seres luminosos que se entreven en las novelas."

Cuando los demás jóvenes de su edad le reprochan a Alexandre su comportamiento díscolo, anticuado y hasta antisocial, él asevera:

"Esos jóvenes parecían ignorar que los hombres sólo han sido creados para amar a las mujeres, y que únicamente acceden al mundo de lo sublime cuando penetran en los ámbitos de la pasión. Al margen del amor, son meros fantoches animados por aspiraciones irrisorias. Al margen del amor, llevan una vida hecha de falsos efectos."

Fanfán, como ya podrá sospecharse, no es cualquier chica. Después de la noche pasada bajo su cama y de otras peripecias (y nunca mejor utilizado este término), Alexandre se ve obligado por las mismas circunstancias de la trama a dar un paso decisivo:

"-De acuerdo. Seré tu amante -le dije-. Pero sólo una vez en toda nuestra vida. No quiero que la costumbre mate nuestra pasión. ¿Comprendes? Deseo que nuestro amor sea perfecto. Ahora escoge la fecha. Pero será sólo una noche.

-Esta noche -dijo ella con naturalidad."

Fanfán sabe cómo jugar y más adelante agrega:

"-Si me entregase del todo esta noche, serías capaz de negarte otras. Quiero dejarte frustrado para que te mueras de ganas de acostarte de nuevo conmigo. Esta noche sólo te daré la mano y tal vez el brazo, hasta la altura del codo."

Hacia el final, uno de los personajes más deliciosos, el señor Ti, abuelo de Fanfán lo alecciona así a Alexandre:

"-No eres más que un mocoso, un rábano tierno que no ha entendido nada. (...) Son millones los que quieren 'seguir siendo jóvenes' y huir de los compromisos, reviviendo la infancia, siguiendo las modas que encumbran a los donceles, prefiriendo la pasión al amor. Son incapaces de amar. Con amor verdadero, el que sabe dar, no el de los donceles. (...) 'La pasión perpetua' es una idea adolescente. ¡Estás cagado porque te da miedo comprometerte! Deja de rehuir la condición humana con tus insensatas estratagemas. ¡Ten el valor de ser hombre, qué cuernos! (...) Las historias se han hecho para que evolucionen. Créeme, la pasión crónica es un engaño, atractivo, pero engaño al fin. (...) es cierto que perpetuando la época de los preludios no corrías ningún riesgo. Te protegías del dolor. Pero el dolor forma parte de la vida y quien no lo afronta lleva una existencia invertebrada. El amor exige correr el riesgo del fracaso, es el precio que hay que pagar. (...) Nadie tiene derecho a jugar con el corazón de una mujer. ¡Es algo demasiado hermoso una mujer! Creéme, los que no se comprometen son sólo comparsas, no actores. Son la vergüenza de nuestra especie. Ser hombre es un privilegio y hay que ser digno de él. Cásate con Fanfán y aprende un oficio, en vez de recurrir a la pasión para llenar el vacío de tu existencia. (...) lo único importante en este bajo mundo es hacer feliz a una mujer."

Inútil agregar más después de semejante declaración, de semejante verdad incontrastable. Sólo dejar picando vuestra curiosidad preguntándoles qué creen que sucedió, si Alexandre dejó a Laure y se casó con Fanfán o si no se atrevió nunca a consumar un amor tan perfecto como irreal. La respuesta la hallarán leyendo esta fabulosa novela.

Analía Pinto

1 comentario:

Unknown dijo...

hola soy de mexico, en realida vi la pelicula como en el 96.

no sabia que existia el libro.

habria alguna forma de que me lo enviaras? ya que aqui no lo venden

ADIVALIUS@gmail.com